viernes, 11 de junio de 2010

MÁS QUE UNA SI MP LE MAMÁ...


A una mujer, no recuerdo su nombre, al renovar su licencia de conducir en la
Oficina de Tránsito, se le pidió que anotase su ocupación. Ella dudó, no
estando segura de cómo clasificarse.
– Lo que quiero decir es, – explicó el oficial – ¿tiene Ud. un empleo?
– Por supuesto que tengo un empleo. Soy una mamá.
– No listamos mamá como una ocupación, pero ama de casa la cubre.
Dijo el oficial de manera enfática.
Me olvidé por completo de esa anécdota hasta que un día me hallé en una
situación similar. La oficinista era obviamente una mujer de carrera, sobria,
eficiente y poseída de un título estrambótico como Interrogadora Oficial o
Inscriptora Municipal.
– ¿A qué se dedica? indagó.
Qué me motivo a decirlo, no lo sé; pero las palabras simplemente me salieron.
– Soy una Asociada de Investigaciones en el área de Desarrollo Infantil y Relaciones Humanas.
La oficinista hizo una pausa, con su bolígrafo congelado en el aire, y levantó la mirada como si no hubiese
oído bien. Repetí el título lentamente, enfatizando las palabras más significativas. Entonces observé
asombrada cómo mi afirmación era escrita en tinta negra en el formulario oficial.
– ¿Pudiera preguntarle? – Dijo la oficinista con renovado interés – ¿Exactamente qué hace Ud. en su
campo?
Fríamente, sin trazas de duda en mi voz, me escuché a mí misma contestar:
– Tengo un programa continuo de investigación (las mamás lo tienen), en el laboratorio y en el campo
(normalmente hubiera dicho en interiores y exteriores). Trabajo en mi maestría (toda la bendita familia) y ya
he logrado cuatro créditos (todas hijas). Por supuesto, el empleo es uno de los más demandantes en
humanidades (¿pudiera alguna madre no estar de acuerdo?) y a menudo laboro 14 horas al día (en
realidad, 24 es más real). Pero el empleo es más desafiante que la mayoría de las demás carreras y las
recompensas son más satisfactorias que el sólo dinero.
Hubo una nota de respeto creciente en la voz de la oficinista mientras completaba el formulario, se puso en
pie y personalmente me pasó por la puerta.
Al estacionarme en mi garaje, animada por mi nueva y glamorosa carrera, fui recibida por mis tres
asistentes de laboratorio, con edades de 13, 7 y 3, respectivamente. En la planta alta podía oír a nuestro
nuevo modelo experimental (un bebé de 6 meses), en el programa de desarrollo infantil, probando nuestro
nuevo patrón vocal.
¡Me sentí victoriosa! ¡Había logrado un gol contra la burocracia! Y había ingresado a los registros oficiales
como alguien más distinguido e indispensable a la humanidad que sólo otra mamá.
¡Ser madre! ¡Qué gloriosa carrera! Especialmente cuando hay un título en la puerta.
¿Convierte esto a las abuelas en Asociadas Mayores de Investigaciones en el área de Desarrollo Infantil y
Relaciones Humanas y a las bisabuelas en Asociadas Mayores Ejecutivas de Investigación? ¡Así lo creo!
También creo que eso convierte a las tías en Asistentes de las Asociadas de Investigaciones.
Así es... muchas veces lo que se hace en casa no se valora, mientras que los títulos afuera si son
aplaudidos. Sin embargo, no importa, si eres madre, tienes uno de los más grandes títulos que existen,
porque estas edificando generaciones futuras.
Mujer ejemplar, ¿dónde se hallará? ¡Es más valiosa que las piedras preciosas! Su esposo confía
plenamente en ella y no necesita de ganancias mal habidas. Ella le es fuente de bien, no de mal,
todos los días de su

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